sábado, 18 de agosto de 2012

Los tiempos del PAN


Julio Faesler*  

La semana pasada el Consejo Nacional del PAN decidió abrir el partido a un periodo de introspección y evaluación del estado que guarda después de las elecciones del primero de julio, para luego proceder a realizar los ajustes en sus reglas de operación interna y sus estructuras.
 
El presidente del PAN, junto con varias personalidades, especialmente de los estados, habrán de participar en un comité que proponga los cambios. Se emprenderá una depuración de la lista de miembros para eliminar a los que en el curso de las campañas entraron al PAN sin convicción y con propósitos de búsqueda de poder y oportunidades económicas.



La membresía panista debe ser un conjunto de ciudadanos patriotas deseosos de difundir y defender el ideario del partido, lo que requiere revitalizar los cursos de preparación y de comunicación. 


El sexenio que se aproxima presenta varios retos, comenzando por una transmisión pacífica presidencial el primero de diciembre. Esto, empero, es un detalle insignificante comparado con la tarea de realizar por fin, ahora con el PRI en Los Pinos, las reformas a las que antes optó por frenar, pero que el electorado exige con la misma convicción y vehemencia con que demandaba en 2000 el cambio de partido, o en 2006 la organización de la producción y el empleo.


Afortunadamente el país exhibe una poderosa inercia progresista acrecentada en los años de la administración PAN. No sólo se trata de los índices de crecimiento económico que superan los de la mayoría de todos los países. Hay talento entre nosotros para acelerar el paso. De ello hay pruebas en todas las actividades.


Al nuevo gobierno, que cuenta con las ventajas que le hereda la administración panista,  le toca impartir la orientación certera para los esfuerzos nacionales, empezando por el de la educación.  Capacitando a jóvenes en las especialidades que se necesitan para ejecutar un sólido Plan de Desarrollo acorde con la globalización, podemos aprovechar los recursos materiales y dar ocupación a todo el que quiera trabajar.


La inteligente distribución de la actividad económica por todo el territorio nacional es la modalidad con que hay que impulsar la industria y el empleo. Crear polos de desarrollo es el paso que hay que emprender sistemática y ordenadamente. Una vez lograda la producción, habrá que proteger el empleo con reglamentaciones sensatas en materia de comercio exterior.


Ninguno de estos progresos puede alcanzarse sin confluencias en dos áreas vitales. Por una parte, el quehacer político tiene que conciliarse en el Congreso para que se dé un trabajo parlamentario constructivo cuando el interés nacional está de por medio. Los partidos que componen el Congreso, ninguno de los cuales tiene mayoría suficiente, tienen que aprender a sumar esfuerzos para dar marcha al país en los rubros fundamentales ya muy conocidos y estudiados que esperan acción.


La otra esfera consiste en sumar los esfuerzos del empresariado, único creador masivo de fuentes de trabajo, a los apoyos fiscales, financieros y administrativos y que sólo el Estado puede ofrecer.  La suma de los dos sectores mencionados, público y privado, debe expresarse en metas claras y cuantificadas dentro de un esquema mutuamente consensuado.


Dada la composición del Congreso, al PAN le tocará articular una indispensable acción parlamentaria para que la suma de los esfuerzos  descritos pueda darse en el Congreso.


La ruta que se trace tendrá por objeto hacer que el PAN funcione no sólo desde la oposición, sino desde la perspectiva de un partido que sabe proponer y apoyar todo lo que sirva para que avancemos juntos construyendo el México  que contribuye a la prosperidad y paz mundial.
       

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