
Una
de las tesis más extensamente aceptadas entre los economistas políticos
es la siguiente: Todos los monopolios son malos desde el punto de vista
de los consumidores. Por monopolio se entiende, en su sentido clásico,
como un privilegio exclusivo otorgado a un productor unico de un bien o
servicio, o sea, como la ausencia de entradas libres en una línea
particular de producción. Es decir, sólo una agencia, A, puede producir
un bien dado, X. Cualquier monopolio es malo para los consumidores
porque, protegido de nuevos participantes potenciales en su área de
producción, el precio del producto X será más alto y la calidad más baja
que si fuera de otro modo.