Turgot, sobre la tolerancia religiosa
El 15 de junio de 1775, en Reims, Luis XVI celebraba su
coronación. No era dueño del todo de las palabras que formarían parte de
su juramento, un conjunto de promesas hechas ante Dios, ante la Iglesia
y ante sus súbditos. Formaban parte de una acuñación tradicional que,
simplemente, había heredado. Pero cuando llegó a la mención de su
compromiso de "exterminar" a "los herejes condenados por la Iglesia", su
voz se apagó y lo que dijera quedó sólo para sus oídos.