Cleptocracia
Por Edwin Brítez
Según los últimos estudios que leí sobre
 el tema en Latinobarómetro, el problema de la corrupción es una 
cuestión que trasciende los límites de las ideologías, pero hay una 
tendencia de que sin embargo algo tiene que ver con las ideologías.
En los países con gobiernos socialistas o
 parecidos al mismo, como es el caso de Argentina que es y no es, la 
ciudadanía percibe mayor corrupción que en países con otra ideología de 
gobierno. Bolivia, con un índice de 2,8; Argentina, con 2,9; Venezuela, 
con 2,0; Ecuador, con 2,5; Nicaragua, con 2,5; Vietnam, con 2,7; Libia, 
con 2,1; China, con 3,5, y Cuba, con 3,7. Los puntajes más bajos indican
 mayor corrupción y los más altos, menor corrupción.
Otros países, de tendencia 
política-ideológica de centro-derecha y derecha, también tienen un 
Índice de Percepción de alta corrupción. Panamá, con un índice de 3,6; 
Colombia, con 3,5; Honduras, con 2,4; México, con 3,1, y República 
Dominicana, con un índice de 3,0.
En otros países como Chile, el índice es
 de 7,2; Uruguay, de 6,9, y España, con un índice de 6,1. A estos países
 se los conoce más por la seriedad de sus instituciones y de sus líderes
 que por la ideología de sus gobiernos.
La corrupción, como bien sabemos, rige 
en todos los países, en unos más que en otros, pero siempre está 
vigente. La diferencia generalmente radica en la forma de combatirla, ya
 que en unos países existe impunidad casi absoluta mientras que en otros
 la persecución es constante y firme a través de la justicia, de las 
instituciones democráticas y del control ciudadano.
Los países de este continente, 
gobernados por presidentes adheridos a la ideología del socialismo del 
siglo XXI tienen, según el estudio mencionado, una inclinación por la 
corrupción: Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua obtienen 
baja calificación de sus propios ciudadanos, lo que significa que en 
estos países sus gobiernos roban por encima del promedio.
Repetimos que los estudios realizados 
sobre corrupción e ideología señalan que la primera trasciende las 
ideologías, se roba sin importar si los gobiernos son de izquierda o de 
derecha. No obstante, es imposible dejar pasar los datos sobre las 
investigaciones de la percepción ciudadana.
No es casual que los presidentes 
alineados en el socialismo del siglo XXI afronten serios 
cuestionamientos a la integridad de sus administraciones, y se aferran a
 la cuestión ideológica como una forma de protección corporativa y 
búsqueda anticipada de impunidad. La idea central es fortalecer un grupo
 ideológico capaz de cubrir los escándalos de corrupción de modo que la 
defensa se enfoque en el ataque a la “prensa burguesa” que denuncia y a 
la “justicia burguesa” que condena, además de sostener la campaña en 
contra de los “Parlamentos bloqueadores”.
En estos días se publicó que la fortuna 
de los Kirchner de 400.000 dólares que declararon al asumir el poder, 
hoy supera los 17 millones de dólares. En Brasil está en proceso el 
juicio del siglo, por hechos de corrupción durante el gobierno de Lula, 
donde ministros y parlamentarios se repartían dinero público. De la 
fortuna de la familia Chávez hablan de 2.000 millones de dólares, según 
la ONG Criminal Justice  International Associates  (CJIA) de Northern Virginia.
¿Recuerdan aquel artículo de El País de Uruguay –del 27 de septiembre de 2011– titulado “Chávez gasta millones en fiestas y trajes”?
 El artículo dice que dos agentes de la presidencia recogieron de un 
banco 5 millones de dólares para viático en la gira Moscú, Kiev, 
Teherán, Damasco y Trípoli. En el trayecto al banco desaparecieron los 
agentes y el dinero que era suficiente para sustentar a 1.800 familias 
durante un año. Chávez hizo buscar otros 5 millones de dólares y viajó 
con 90 personas a bordo del avión presidencial de 70 millones de 
dólares.
Muchas veces las ideologías sirven para 
hacer cambios en los países y no pocas veces para que esos cambios no 
pasen del bienestar de quienes gobiernan.
 
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