sábado, 11 de agosto de 2012

El rompecabezas sirio

El rompecabezas sirio

SyriaPor Alvaro Vargas Llosa
Para entender mejor el conflicto sirio -que la Cruz Roja Internacional, encargada de verificar la Convención de Ginebra respecto al cumplimiento de las reglas bélicas, acaba de calificar de guerra civil-, quizá conviene ver por separado sus muchas partes. Lo central -una revolución contra una dictadura antigua en el mundo árabe- es sencillo de resumir. Pero la complejidad de su engranaje es basante mayor que la de Túnez, Egipto y Libia. Veamos cómo y por qué.

Origen del conflicto
En Siria hay una dictadura del Baaz, especie de nacional-socialismo árabe, desde 1963. Tras dos décadas de vida independiente caótica, en que se sucedieron los golpes de Estado, el ejército y el partido más organizado tomaron por la fuerza el poder. Hubo luchas internas y sucesivos liderazgos, pero en 1970 el oficial Hafez al-Assad se hizo fuerte e inició el régimen dinástico que, a partir de 2000, tras su muerte, pasó a ser dirigido por su hijo, el actual dictador Bashar al-Assad.
Cualquiera que haya estado en Siria, y es mi caso, habrá comprobado que se trata de un gobierno no autoritario, sino cuasi totalitario. Aunque Bashar al-Assad inició una tímida apertura que dio algo de oxígeno, mantuvo el Estado policial de su padre y el sistema de alianzas internacionales, especialmente con Irán, Hezbolá (Líbano) y Hamas (palestinos).
Los Assad entronizaron a la minoría alauí -un 12% del país-, que había sido políticamente marginal hasta entonces (los alauís son considerados una rama del shiísmo). Dieron a esa minoría el poder político, militar y económico. Pero se aseguraron asimismo la lealtad de una nueva elite suní cooptando a ciertos líderes de esa etnia, que representa tres cuartas partes del país. Así, por ejemplo, casi todos los ministros del gabinete de Bashar al-Assad antes de este conflicto eran suníes cooptados. Otros grupos -los cristianos, por ejemplo, que representan una minoría significativa, o los kurdos- tuvieron mucha menos acogida. En cualquier caso, se trató del ascenso del poder alauí sobre un país abrumadoramente suní.
La Primavera Arabe tardó en hacerse sentir en Siria. Las primeras manifestaciones fueron fácilmente sofocadas y sólo a partir de marzo de 2011 se puede hablar del inicio del conflicto en las dimensiones que hoy conocemos. Había habido diversas formas de oposición frustrada a lo largo de los años. En 1982, como se recuerda siempre, Assad padre masacró a más de 20 mil sirios en Hama. En años más recientes, los Comités de Coordinación Local habían, con distintos atuendos, fungido de oposición civil. En 2011, bajo el impulso que viene del mundo árabe, la Resistencia cobra bríos y desata un conflicto que podría acabar con el régimen.
Aunque son muchos los grupos que la componen y no pocos sus antecedentes, los opositores actuales están agrupados principalmente en dos organizaciones que operan como la parte civil y la parte militar y de la revolución. Uno es el Consejo Nacional Sirio, que fue anunciado desde Estambul el 23 de agosto de 2011, aunque en cierta forma ya existía desde 2005. Este grupo ha tenido diversos líderes, pero el actual, Abdel Basset, es un kurdo que vive en Suecia, cuya elección reciente es un evidente esfuerzo por proyectar una imagen de pluralidad étnica y tolerancia. Los Comités de Coordinación Local son, bajo varios apelativos, el brazo interno de esta organización que la comunidad internacional ya reconoce como un interlocutor legítimo. El Consejo dice querer una democracia representativa, relaciones civilizadas con el mundo exterior y reconciliación. Los Hermanos Musulmanes, factor clave en las revoluciones de la Primavera Arabe, lo respaldan.
El brazo militar de la revolución se aglutina en el Ejército Libre de Siria. Son desertores de las fuerzas armadas sirias. El anuncio de su formación lo hizo, también desde Turquía, el coronel Riad al-Assad. Desde entonces, más de una treintena de generales se han sumado, y cientos de soldados y oficiales siguen incorporándose. El general más emblemático de los desertores es Manaf Tlas, amigo de Assad desde la infancia e hijo de un ex Ministro de Defensa que era sumamente cercano al padre, Hafez al-Assad.
Situación militar
Las dos partes sufren un problema grave. El de Assad es evidentemente la hemorragia desertora de sus militares, aunque la Cuarta División, la más cercana a él, se mantiene firme; el del Ejército Libre de Siria es que carece de aviones o de protección aérea de alguna fuerza extranjera y sólo tiene los tanques y blindados que es capaz de arrebatar al enemigo. Aunque gracias al dinero que recibe de distintas fuentes árabes (en especial Qatar y Arabia Saudí) y, más encubiertamente, de occidente (Obama ha dado una orden que permite canalizar fondos hacia ellos), el armamento que han conseguido en el mercado negro aún está lejos de representar un poder suficiente frente a las fuerzas oficialistas.
Hasta ahora, el Ejército Libre de Siria ha logrado dos cosas relativamente importantes. Una es extender el conflicto a distintas regiones. Desde Daraa, en el sur, hasta Alepo, en el norte, pasando por los céntricos Homs y Hama, hay lucha en todas partes. En este momento el foco principal está en Alepo, pero ello puede cambiar. El otro logro de los revolucionarios es haber tomado puestos en zonas de frontera con Iraq y con Turquía. Sin embargo, aún no han podido establecer un corredor seguro hacia alguna de las fronteras para garantizar el abastecimiento continuo. Tampoco -y este es el gran objetivo- han podido crear una zona liberada que permita a las democracias occidentales y a los aliados árabes soltar ayuda en volúmenes significativos desde el aire.
Deserciones civiles
A las deserciones militares antes mencionadas se suman las civiles. Ha habido muchas. Y sigue habiéndolas. La más impactante ha sido, hace muy pocos días, la del Primer Ministro, Riad Hijab, a quien Assad le había encargado formar gobierno en junio pasado, en pleno conflicto. También tuvo repercusión en su momento la deserción del embajador sirio en Iraq, hombre clave dado el apoyo que brindaba Damasco a los grupos shiíes radicales. La sensación de desmoronamiento que producen estas deserciones puede resultar determinante para el colapso del régimen.
Cuántos muertos
No se sabe a ciencia cierta cuántas personas han muerto. Distintas organizaciones, que incluyen el Observatorio Sirio de DD.HH. basado en Londres, cifran el saldo hasta ahora en más de 20 mil personas, lo que superaría la masacre de Hama perpetrada por Hafez al-Assad en los años 80´. El uso de la aviación, la artillería pesada y francotiradores en todas las ciudades importantes ha sido el gran responsable de la mayor parte de las muertes. Del lado de la revolución, se han producido atrocidades también. Un video reciente muestra al Ejército Libre de Siria ejecutando sumariamente a cuatro hombres leales a Assad.
Todos los desertores sirios han denunciado masacres, torturas y violaciones masivas, de muchas de las cuales ellos mismos han sido testigos directos. El Consejo Nacional Sirio ha hecho hincapié en que serán juzgados los capitostes del régimen por la violencia indiscriminada contra la poblacón civil.
Al-Qaeda
Desde el año pasado, ambas partes denuncian que el terrorismo islámico juega un papel clave en el conflicto. Los rebeldes acusan al gobierno de incentivar esa presencia para sembrar la confusión y desprestigiar al Consejo Nacional Sirio y al Ejército Libre de Siria. Assad asegura que han entrado por la frontera con Iraq muchos agentes del terrorismo islámico que operan al servicio de al-Qaeda.
La presencia de al-Qaeda y grupos afines no parece admitir duda. El jefe del espionaje estadounidense la ha denunciado ante el propio Senado de su país. Opera sobre todo bajo la sombrilla de al-Nasra y ha perpetrado varios atentados. El objetivo de los fanáticos islamistas es capturar el poder en Siria e Iraq, fijar una suerte de mancomunidad, y usar esa plataforma para librar una guerra contra Israel y contra regímenes árabes odiados.
Por el momento, aunque ha deslindado con el terrorismo islámico, el Consejo aprovecha su presencia en Siria para debilitar al régimen.
Son aliados objetivos aunque representen cosas muy distintas.
Armas químicas
El propio Assad ha admitido que tiene armas químicas y que las empleará si la comunidad internacional interviene en contra suya. Nawaz Fares, ex embajador en Iraq, conocedor del programa químico, ha dicho tras su deserción que Assad posee un arsenal importante. EE.UU. ha advertido a Assad que ello tendría “graves consecuencias”. También Israel ha reaccionado con contundencia verbal, aunque es probable que en el cálculo de Assad haya estado provocar a Tel Aviv. Arrastrar a Israel al conflicto permitiría a Assad neutralizar en parte el apoyo árabe a la revolución.
La comunidad internacional
El respaldo de Estados Unidos, Europa y la Liga Arabe a los rebeldes es inequívoco. La comunidad internacional democrática ve en el régimen de Assad a uno de los peores ejemplos de dictadura árabe dispuesta a perpetuarse por todos los medios y a servir de cortafuegos a la expansión de la Primavera Arabe. Sin embargo, a diferencia de Libia, donde intervino proveyendo cobertura aérea a los rebeldes, en Siria esto no ha sido posible.
EE.UU. fue muy reacio durante los primeros meses a manifestarse decididamente en favor de la caída de Assad para no ser arrastrado nuevamente a un conflicto armado en Oriente Medio. Pero las atrocidades cometidas por Assad, la presión de los republicanos en casa y de los países de la Liga Arabe convencieron a Obama de que debía adoptar una postura más abiertamente interventora. Desde entonces y hasta la firma reciente de una orden que permite ayuda encubierta, la línea oficial ha sido que Assad debe irse. La UE respalda también abiertamente la revolución.
Todo esto ha chocado con una pared de cemento: el apoyo de Rusia y China a Assad.
El factor Rusia/China
La comunidad internacional pretendía amenazar a Assad con una resolución basada en el artículo 24 de la Carta de la ONU. Ese instrumento hubiese dado a los aliados la posibilidad de intervenir militarmente, por ejemplo, para establecer una zona de exclusión aérea o para debilitar a las fuerzas leales a Assad. Pero Rusia y China han bloqueado todo intento de hacer esto con su derecho a veto en el Consejo de Seguridad. Moscú no quiere que suceda lo que pasó en Libia, donde la intervención de la ONU allanó el camino para que las democracias liberales de Occidente ayudaran a derribar a un régimen que fue sucedido por un gobierno pro occidental. Ellos ven el mundo en función de su pulso geopolítico con EE.UU., no como una división entre democracias y dictaduras.
La consecuencia ha sido el envalentonamiento de Assad, que hace algunos meses maniobraba diplomáticamente para evitar una intervención con promesas reformistas y treguas, pero que hoy huye hacia adelante sin pausa. Rusia ha vendido armas a Siria por unos US$ 3.500 millones y utiliza el puerto de Tartous en el Mar Negro, cedido por Siria desde hace décadas, para abastecer al régimen. Los rebeldes, aunque utilizan Turquía como centro internacional principal, no tienen una vía de acceso tan segura de utilizar dentro del país para material bélico externo.
El fracaso de la comunidad internacional quedó de manifiesto recientemente cuando el ex Secretario General de la ONU, Kofi Annan, nombrado enviado especial por su sucesor, Ban Ki-moon, anunció que dejaría esa misión porque no veía forma de resolver el conflicto. Originalmente había logrado una tregua sobre el papel y un espacio para que una misión de observadores militares de la ONU verificara el cumplimiento. La realidad ha dejado sin posibilidad de éxito a Annan.
Irán
Es el gran aliado de Siria. Los nexos entre Teherán y Damasco son antiguos. Han colaborado juntos en el apoyo a Hezbolá en el Líbano y a Hamas en los territorios palestinos. Comparten su enemistad con gobiernos árabes pro occidentales, y con Israel y los Estados Unidos. Los líderes del régimen visitan Irán a menudo y hay fuerzas iraníes combatiendo en favor de Assad al interior del país. La caída de la dictadura pro iraní en Siria sería un durísimo golpe a Teherán y a su estrategia de dominación en el Medio Oriente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario