| Todos son políticos 
profesionales. Todos tienen claro que su futuro político no puede 
depender de un líder locuaz, resentido y con evidentes signos de 
mesianismo.
 
 Por eso, en distintos foros, encuentros, reuniones y cónclaves –algunos 
secretos--, hacen cuentas, calculan escenarios políticos y miden sus 
pasos y sus palabras, sobre todo en público.
 
 Se trata de decenas --y acaso centenares--, de políticos de las llamadas
 izquierdas mexicanas --del PRD, PT y MC--, que tienden puentes, mandan 
mensajes, improvisan señales y estiran la cuerda y las manos, para 
alcanzar un punto de contacto con "los hombres del presidente".
 
 Y no, no buscan a Andrés Manuel López Obrador, el fallido presidente de 
las izquierdas –quien, por cierto, ya prepara nueva proclama de 
presidente legítimo--, que insiste que la locuaz pretensión de que le 
regalen la Presidencia de la República, sea por la vía del chantaje, la 
presión callejera o la ilegalidad. No, las distintas corrientes y 
"tribus" de dizque izquierda viven un activismo casi frenético en busca 
de fuentes reales de poder, más allá de las fantasías que les promete 
desde hace una década su líder, el tabasqueño López Obrador.
 
 En realidad las izquierdas van en busca de acercamientos, acuerdos, 
pactos y negociaciones con Enrique Peña Nieto, con cuyos estrategas 
intentan un diseño de cogobierno legislativo que –de concretarse--, le 
ayudaría al PRI en sus objetivos de lograr grandes reformas en el 
Congreso.
 
 Pero no, que nadie se equivoque, el cambio de paradigma en buena parte 
de los políticos de las izquierdas no se debe a una conversión milagrosa
 y menos a una señal divina. No, los políticos profesionales de las 
llamadas izquierdas saben que de continuar la ruta suicida de Andrés 
Manuel López Obrador, sus carreras, su futuro y hasta sus respectivos 
patrimonios, se acabarán. Y no pocos de ellos ven, incluso, un riesgo 
real de terminar en prisión.
 
 Y la gota que derramó el vaso fue la chabacana "expo fraude" que, desde 
el pasado domingo, montaron López Obrador y su claque en el zócalo 
capitalino. Allí se exhibe --a los ojos de todos y de cuerpo completo--,
 el engaño al que el ex candidato presidencial del "Movimiento 
Progresista", quiere llevar no sólo a los ciudadanos, en general, sino a
 los políticos, en particular. Allí se exhibe el tamaño de la patraña, 
del insulto y la ridiculización de la política.
 
 Y claro, los políticos de las llamadas izquierdas podrán ser todo lo que
 se quiera y mande; podrán ser los más fervientes "lopezobradoristas", 
pero no son tarugos, tampoco ingenuos y menos bobos. No, ellos van por 
lo suyo; por la supervivencia. Y para ellos la prioridad es preservar su
 futuro político. O sea, su hueso.
 
 Tragarse el cuento del fraude y la patraña de la "Expo fraude" --con la 
que AMLO y sus leales tratan de engañar a los ciudadanos--, es una 
misión suicida que los profesionales de la política --en los partidos de
 izquierda--, han dejado para la ingenuidad de los "ternuritas" del 
#132, que no entienden nada pero que convencidos van a todas; igual que 
los borregos corren felices al hoyo de barbacoa.
 
 Por eso, por un reflejo básico de supervivencia, ya empezó el éxodo de 
políticos de las izquierdas --que dejarán el "Castillo de la Pureza", 
como se le conoce a la casa de trabajo de AMLO--, para dirigirse a Los 
Pinos, en donde despachará Enrique Peña Nieto. Y claro, por si existía 
alguna duda, buscarán "el bien de la patria", "el fin superior de la 
nación", el "beneficio de la gente"... toda esa grandilocuencia que los 
ciudadanos de a pie conocen con otras palabras, no tan rimbombantes pero
 harto claras; van por un hueso. Y claro, poco a poco dejarán solo "al 
loquito", como ya también motejan a AMLO.
 
 Y el primero en marcar la ruta y dar la señal de partida, fue nada menos
 que Graco Ramírez, el gobernador electo de Morelos, quien dijo que ya 
no hay lugar para engaños y tomaduras de pelo y que es hora de reconocer
 el resultado electoral y pactar con el ganador. En otras palabras, que 
es el momento de decirle adiós a... ¡López Obrador!. Y la ruta de 
negociación, acuerdo y pacto con el PRI y con Peña Nieto, la exploran lo
 mismo "Los Chuchos", que "Los Bejaranos", que Marcelo Ebrard, que 
Arturo Núñez, que Miguel Ángel Mancera... casi todos los políticos de 
las izquierdas.
 
 Y claro, en el discurso público refrendarán su lealtad al hombre, al 
líder y mesías; pero por lo bajo pactan, negocian, acuerdan con Peña 
Nieto. Claro, no todos, porque alguien tiene que seguir haciendo el 
ridículo. Y esa será la formidable tarea de "Los ternuritas" del #132, 
incautos que se creen todo y se tragan todo. Al tiempo.
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