Luis F. Lozano Olivares
Los perredistas en general, pero AMLO en particular, son expertos en generar percepciones. Así es como hacen y han hecho política. Por eso no se les da la institucionalidad, porque para ser institucional hay que funcionar de acuerdo con el marco del derecho y la realidad.La izquierda en Europa ha pasado por esto muchas veces: la tentación de imponerse por el solo hecho de considerarse poseedor de la razón, como si la realidad no les aplicara nunca por vivir en el mundo del deber ser.
A eso atribuyo el hecho de que gente pensante de la izquierda mexicana siga a un merolico profesional que los engaña al hacerse poseedor de lo que, supuestamente, debe de ser. No ha importado que AMLO haya demostrado en los hechos lo contrario a lo que predica. Se asume liberal, pero no es institucional y otras características que don Enrique Krauze ha expuesto mucho mejor de lo que yo lo haría en su artículo El Pueblo soy yo, publicado en Letras Libres.
¿Cómo es que tanta gente pensante y culta lo acompaña hasta el momento en el que estamos? Alguna analista política pide agradecer a AMLO que se limpie la elección, como si AMLO no fuera un participante y producto de la política de los últimos 35 años. AMLO pierde y sataniza las prácticas que él mismo cometió, sólo que de manera menos exitosa y entonces es el adalid de la pureza.
AMLO anuncia que el único acuerdo posible es la invalidez de la elección, cuando no ha aportado argumento y prueba jurídica viable para que el Tribunal resuelva en ese sentido. AMLO pide la lucha contra la imposición, tratando de imponer su propia postura mediante la desacreditación irresponsable y la percepción de una conspiración en su contra. Siempre acusa lo mismo que genera.
¿Cuánto daño se le puede hacer a terceros durante esta aventura del mesías? ¿No se da cuenta de que sus palabras combinadas con la imbecilidad de algunos seguidores generan violencia en contra de personas y empresas mexicanas a las que no se le ha probado nada?
Valientes liberales, progresistas y republicanos tiene AMLO entre sus seguidores. El líder es tan incluyente que se aceptan racistas, fascistas y antisemitas dentro del “movimiento de izquierda”, sin que los intelectuales dediquen un enunciado.
Si la crítica es contra la calidad de nuestra democracia estoy de acuerdo, pero no podemos descalificar todo. Los principales responsables son los partidos políticos que incorporan y promueven políticos de baja calidad. Los siguientes culpables somos los mexicanos que votamos por ellos. Vea usted los nombres que han llegado a los congresos, con los votos directos e indirectos de los mexicanos.
Ahora, si la discusión es sobre la pureza en la política, más vale que la gente preocupada por ello vaya comprando un terreno en Marte, porque la política es sucia y dura en todos los países del mundo, aunque, en muchos, con mejor calidad.
AMLO tiene derecho a impugnar y a presentar pruebas, no a desacreditar personas y empresas con mentiras y marrullería. La valoración de pruebas es el trabajo del Tribunal y dictará sentencia de acuerdo con los argumentos y pruebas de las partes.
Los juicios se ganan con pruebas y no con percepciones. Las democracias, las leyes y las instituciones son imperfectas por naturaleza; buscar su mejoría debe ser obligación de todos, pero no a costa de anular todo lo hecho o a costa del derecho, prestigio o trabajo de terceros.
Imagine usted cómo hubiese reaccionado AMLO como Presidente a una negativa del Poder Legislativo; afortunadamente perdió.
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