Análisis & Opinión
La proclama mortal
Yoani Sánchez
Yoani Sánchez es Licenciada en Filología. Reside en La Habana, Cuba, es una de las blogueras más destacadas en el mundo de habla hispana. Entre otras distinciones, por su trabajo en el blog Generación Y, ha recibido los premios Ortega y Gasset (2008), 25 Mejores Blogs Time-CNN (2009), María Moors Cabot (2009) y Príncipe Claus (2010), éste último, por haber sido seleccionada entre los 60 heroes de la libertad de expresión por el Instituto Internacional de Prensa (IPI), con sede en Viena, Austria.¿Y qué decir de Felipe Pérez Roque? A quien en aquel anuncio –leído varias veces durante la noche del 31 de julio de 2006– se le asignaba gestionar los fondos de los programas de salud, educación y energía. Solo habían transcurrido veinte meses y ya era acusado de haberse vuelto adicto a “las mieles de poder”. El conjuro de la Proclama estaba logrando su efecto contrario: en lugar de avalar la ascensión, certificaba la caída. El mismo dedo que había señalado a aquellos hombres como fieles continuadores de su obra, los mostraba luego cual traidores. La vieja máxima de que la cercanía al poder es tan provechosa como peligrosa, ejemplificada en un breve plazo de tiempo. Otro de los aludidos, Francisco Soberón, presidente del Banco Central también sería reemplazado; se iría por la puerta de atrás, para escribir sus memorias dicen algunos, para evitar el castigo público aseguran otros.
No me extrañaría escuchar cualquier día de estos una nueva proclama, en la que el general presidente delegue sus cargos a alguien que lleva su mismo apellido. El próximo presidente maldito de la historia nacional.Solo tres nombres de los mencionados en aquel texto premonitorio siguen aún intocables. Uno de ellos es José Ramón Machado Ventura, quien se ha convertido incluso en el segundo hombre al mando. Tampoco Esteban Lazo ha sido defenestrado, pues ha aprendido bien la lección de nunca brillar con luz propia. Y el tercero de los “sobrevivientes” es el propio Raúl Castro. Principal beneficiario de la “proclama-testamento”, el ex ministro de las Fuerzas Armadas también ha sido el más maldecido por él. Pues a su cuenta irán no solo sus propias culpas sino también las heredadas de su hermano: las reformas tardías, los despidos masivos, el marabú que sigue a lo largo de la carretera, los recortes en la canasta básica, el dichoso vaso de leche que no acaba de materializarse sobre nuestras mesas y un largo etcétera. No me extrañaría escuchar cualquier día de estos una nueva proclama, en la que el general presidente delegue sus cargos a alguien que lleva su mismo apellido. El próximo presidente maldito de la historia nacional.
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