miércoles, 22 de agosto de 2012

Las reformas económicas son asuntos políticos


Las reformas económicas son asuntos políticos

Enrique Campos Suárez

 
El Gobernador del Banco de México va con los priístas a platicar de las reformas estructurales porque éstas pueden generar más crecimiento. De la inflación no se ocupa, porque para eso está, precisamente, el banco central.
 
Escuchaba cómo un comentarista de radio se quejaba de que el Gobernador del banco central ya “estuviera trabajando con los priístas” en el tema de las reformas. El comentario me hacía entender con claridad las palabras de Agustín Carstens cuando les dijo a los futuros legisladores del PRI que las reformas no tienen tanto que ver con asuntos técnicos como políticos.
 


En primer lugar, no hay mejor personaje para lograr una correcta y exitosa transición económica que el Gobernador del banco emisor. Primero, porque él se queda mientras todos los funcionarios del gobierno federal se van.


En segundo lugar, porque es un personaje respetado por los mercados, que en esta posición confían en una transición tersa, y por los políticos que llegan, que avalan la autonomía del banco central bajo la conducción de Carstens.


Pero, más allá de esas cualidades del personaje -de las que ya ayer hablábamos-, hay que destacar el papel de bisagra del político que despide a los calderonistas con una palmadita en la espalda, asegurando que dejan la casa financiera en orden, y da la bienvenida a los legisladores tricolores con el argumento de que, ahora sí, se tienen que poner a trabajar en lo que saben hacer: política.


Vale la pena destacar que, hasta ahora, las reuniones son con los legisladores del PRI, no con el equipo de Peña Nieto.


Los encuentros son con los que tienen seguro el puesto. Porque, en el colmo de los absurdos, los rupturistas se quejan de la elección presidencial pero no de la legislativa, que fue el mismo día, con las mismas casillas, los mismos funcionarios, los mismos plumones. En fin.


A las reformas legales no les hace falta mayor análisis ni diagnóstico ni en materia fiscal, laboral, energética, política o de seguridad. Lo que hay que hacer está claro.


Es un hecho que hay varias formas de llegar a los objetivos.


Hay vías lógicas, rápidas y hay otras complicadas pero populares. Ahí es donde debería entrar la negociación política. En materia fiscal, por ejemplo, para darle la vuelta a la necesidad de homologar la tasa de impuesto indirecto se han inventado desde impuestos suntuarios hasta impuestos especiales.


Todos han complicado la tributación y ninguno ha permitido una recaudación cercana al efecto de hacer bien las cosas.


La falta de ingresos adecuados tiene secuestrado a Petróleos Mexicanos como el gran contribuyente cautivo, lo que le impide modernizarse con el viejo cuento de que es el patrimonio de los mexicanos.


Los cambios a la petrolera se frenan desde dentro porque hay un sindicato que cuida al máximo sus intereses al tiempo que se oponen, como tantos otros sindicatos, a que una reforma laboral les limite sus prebendas.


Así, podemos seguir encadenando uno tras otros los intereses que acaban por frenar modificaciones legislativas.


En esta ocasión, como cada vez que inicia una nueva Legislatura, todos prometen agendas maravillosas, cambios trascendentes y acuerdos políticos importantes. La realidad es que hay razones suficientes para ser escépticos.


Las diferencias ideológicas no son tan importantes entre los grupos parlamentarios pero los intereses de grupo son claramente opuestos.


De entrada, el partido que estaría por gobernar este país ganó las elecciones con promesas muy onerosas. Peña Nieto hizo muchos compromisos de gasto, firmadas ante notario, que tendrá que cumplir.


Su brazo legislativo se encargaría de reencausar los recursos presupuestales hacia el cumplimiento de la letanía de promesas. Pero, si no hay la capacidad de aumentar realmente los ingresos, podría revivir la vieja salida priísta de la deuda y el déficit fiscal.


Y es que, con excepción de Zedillo, no ha habido un sólo Presidente tricolor que no haya recurrido a la salida fácil del endeudamiento.


Ésta es la parte central del mensaje del Gobernador del Banco de México, ocúpense de que la política resuelva los temas que técnicamente tienen claros para evitar que las finanzas públicas, que hoy se entregan sanas, acaben por descomponerse como en Grecia o como en el México del pasado tricolor.


Sólo que se los dijo con tanto acierto que hasta le aplaudieron los futuros legisladores priístas al momento de terminar su discurso.

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