domingo, 12 de agosto de 2012

Obama vs Ryan, la verdadera elección

ryan romney
Con Paul Ryan como candidato a vicepresidente por parte del partido Republicano, anunciado con gran fanfarria en el USS Wisconsin, en Norfolk, Virginia, el contraste entre lo que los demócratas y republicanos proponen para la elección presidencial del 6 de noviembre no puede ser más claro.
Ryan no era la primera opción de la mayoría de los analistas políticos. Después de todo, el congresista de Wisconsin en la Cámara de Representantes es una figura más que controversial. La mayoría de las apuestas eran que, considerando el mapa electoral, Romney iba a seleccionar al senador Rob Portman, que le hubiera sumado puntos en el crucial estado de Ohio, o al exgobernador de Minnesota Tim Pawlenty.

Pero al final Romney eligió a Ryan quien, con sus ideas conservadoras, ayudará a atraer a los sectores más derechistas del partido y a los miembros del movimiento Tea Party que desde un primer momento siempre desconfiaron del comparativamente moderado Romney.
El problema es que si bien esta decisión ayuda a unificar a los republicanos, no contribuye mucho en atraer a los sectores centristas de ambos partidos ni el voto de los independientes, algo esencial para triunfar en las elecciones estadounidenses actuales.
Si bien Ryan no es muy conocido (de acuerdo con una encuesta de CNN 40% no sabe quién es), sus ideas lo son.
Como presidente del comité del Presupuesto, el plan fiscal de Ryan se basa en recortar lo máximo posible el gasto público, reducir los impuestos y hacer una reforma substancial de Medicare. Esto implica eliminar empleos de maestros y otros funcionarios públicos, cerrar parques, bibliotecas y otros programas que se subsidian con fondos públicos y, al mismo tiempo, reducir los impuestos (especialmente de los millonarios). El plan también propone un sistema alternativo a Medicare, que implicaría una forma de privatización, y recortes de hasta 700,000 millones de dólares en Medicaid que fundamentalmente afectarían a los sectores de menos recursos.
En otras palabras, lo que Ryan propone es una visión que ambiciona recortes draconianos a fin de reducir al estado nacional a su forma más esencial. Es una interpretación que implicaría volver al "capitalismo salvaje" del siglo XIX, en donde algunos discípulos de Adam Smith buscaban un estado casi sin poder regulatorio que estaría fundamentalmente controlado por capitalistas y sectores de poder del mercado.
Por eso no es ninguna casualidad que uno de sus mismos colegas en el partido Republicano, el ex presidente de la Cámara de Representantes y ex candidato presidencial Newt Gingrich, haya criticado la versión original de este plan como un experimento de "ingeniería social de la derecha".
El mismo presidente Barack Obama lo calificó como "antiético" y una forma velada de "darwinismo social". O sea un sistema en el que, in extremis, el estado deja de intervenir y regular, y las fuerzas del mercado pasan a determinar la resolución de conflictos económicos y sociales. Consecuentemente, como en el modelo de Charles Darwin, los más débiles (trabajadores y clases medias) serían los perdedores. Esto resultaría en la eliminación de leyes laborales, regulaciones de protección del medioambiente y muchas otras que fueron estableciendo el carácter de nuestro estado moderno y democrático.
No cabe duda que Mitt Romney está preocupado. Con encuestas como la de CBS/NYT que le dan una ventaja a Obama en el estado clave de Ohio de 50 por ciento a 44 por ciento y en Florida de 51 por ciento a 45 por ciento, el ex gobernador de Massachusetts necesitaba, a solamente tres meses de las elecciones, hacer algo drástico. Y lo hizo. Apostó a unificar al partido.
Pero con Ryan, el partido Republicano pierde terreno en la otra variable crucial de la elección de noviembre: la cuestión de capturar el voto del electorado centrista. Con Ryan se expone a que todos los días se le recuerde al electorado el panorama apocalíptico que representan los cierres de programas y la privatización de Medicare.
Con Ryan, finalmente, Mitt Romney optó por pasar a un segundo plano y dejar que la verdadera elección de noviembre sea entre Barack Obama, el promotor del estado regulador, y Paul Ryan, el "líder intelectual" del partido republicano y defensor del "capitalismo salvaje".

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