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Cristina Fernandez de Kirchner 
comparte un chiste con el presidente de EE.UU. Barack Obama durante la 
Cumbre de las Americas en Cartagena.
Repsol se hizo con el control de YPF en
 una privatización en 1999. Parecía una buena idea en aquel momento. 
Pero luego ocurrió el colapso del peso en 2001-2002. La economía se 
contrajo profundamente y fue seguida de una crisis política. En 2003, 
Néstor Kirchner, esposo de Cristina y ex gobernador de la provincia de 
Santa Cruz fue elegido presidente con apenas 22% de los votos.
Kirchner necesitaba apuntalar su apoyo. Lo hizo mediante la 
demonización de las empresas y la promesa de redistribuir riqueza a los 
que no tenían, cuyo número había aumentado debido a la crisis. Denunció a
 los empresarios, condenó las ganancias y agitó la lucha de clases. Para
 contener la inflación tras la devaluación del peso, impuso controles de
 precios sobre los alimentos y el combustible. Los servicios públicos 
fueron golpeados con el congelamiento de las tarifas. Sin embargo, los 
salarios y los impuestos siguieron subiendo. Las empresas se referían a 
la lenta estrangulación provocada por el gobierno como a una "asfixia".
Repsol estaba atrapada. El gobierno fijó el precio del barril de 
petróleo en US$42 y determinó que la producción petrolera de YPF no 
podría ser exportada hasta que la demanda argentina estuviera 
satisfecha. El negocio del gas natural era todavía más difícil. Repsol 
dice que los controles de precios combinados con los subsidios elevaron 
marcadamente la demanda, presionando al máximo los recursos de la 
compañía.
La relación entre el gobierno y la empresa española se volvió tensa. 
Pero después de haber realizado una gran inversión, Repsol no quería 
marcharse. De acuerdo con informes de la prensa apoyados por mis propias
 fuentes la empresa acordó permitir a Néstor Kirchner negociar para 
permitir el ingreso de un socio argentino, elegido por el mandatario. 
Ese socio, el Grupo Petersen, estaba encabezado por el banquero y 
magnate de la construcción Enrique Eskenazi, un aliado de Kirchner de 
larga data.
De acuerdo con los informes publicados en la prensa argentina y en 
The Wall Street Journal, la adquisición de casi 25,5% de YPF por parte 
de Petersen fue completada casi sin una cuota inicial. Repsol accedió a 
financiar la mayor parte de las acciones y préstamos bancarios 
financiaron el resto. Repsol dice que el Grupo Petersen aún le debe 
US$1.900 millones.
Repsol también acordó aumentar el pago de los dividendos a 90% de las
 ganancias. Mediante el uso de esos dividendos Petersen iba a pagar sus 
préstamos a Repsol, junto con unos US$680 millones en préstamos 
bancarios, según Bloomberg. La empresa pagó también un dividendo 
extraordinario sobre las ganancias retenidas para ayudar con el pago del
 préstamo.
¿Fue ese un intento para evitar la "asfixia"? Le pregunté a Repsol 
por qué había accedido a tal acuerdo y si estuvo de acuerdo con ello 
debido a que Kirchner, quien falleció en 2010, había intimidado a la 
compañía. Repsol, declinó hacer comentarios.
La adquisición de Petersen sin dinero inicial fue un negocio redondo y
 algunos argentinos se preguntaron si Kirchner lo había hecho motivado 
por la sola bondad de su corazón. Es una pregunta pertinente, ya que 
ambos gobiernos del matrimonio se han caracterizado por una falta de 
transparencia y han estado plagados por escándalos de corrupción. Es 
difícil responder porque no está claro quiénes son los propietarios de 
las acciones de Petersen Energy, con sede en Australia. Una fuente 
argentina dijo que esas acciones son emitidas al portador, lo que 
significaría que no hay ningún registro del a propiedad. Sin embargo, 
cuando consulté con Petersen si eso era cierto y además cómo financió la
 compra de las acciones de YPF, declinaron hacer comentarios. El 
gobierno argentino tampoco respondió a solicitudes de comentarios.
Cristina Kirchner, que asumió la presidencia en 2007, justifica la 
nacionalización acusando a Repsol de que no estaba cumpliendo con sus 
obligaciones de inversión. Repsol niega eso diciendo que desde 2006 "la 
inversión ha sido superior a las ganancias" y que la inversión en 2011 
alcanzó un nivel récord.
Dado que YPF sólo mantiene 10% de sus ganancias después de los 
dividendos, esa inversión requirió un alto endeudamiento y la deuda de 
YPF se incrementó considerablemente entre 2007 y 2011. Sin embargo, 
Repsol afirma que hasta noviembre de 2011 el gobierno no tenía más que 
cosas buenas para decir de YPF.
Fue entonces cuando la compañía anunció que había descubierto la 
tercera reserva de gas de esquisto más grande del mundo en un lugar 
llamado Vaca Muerta. Seis meses más tarde, Kirchner anunció que Repsol 
perdería YPF. Aparentemente, ella decidió que Repsol había dejado de 
serle útil. Así es como funcionan las cosas en la Argentina de hoy.
 
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