martes, 14 de agosto de 2012

Otra nacionalización argentina

Por MARY ANASTASIA O'GRADY

Nunca es una buena idea ceder a un chantaje. El extorsionista no estará satisfecho hasta sacar la última gota de sangre a su víctima. Pregúntele a Repsol, el gigante petrolero español. El historial de su relación con el gobierno de Argentina sugiere un crimen de naturaleza similar pero aplicado al riesgo soberano.
Hasta la semana pasada Repsol poseía 57% de la petrolera YPF de Argentina. Fue entonces cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció que su gobierno se apropiaría de 51% de la compañía. Todas las acciones que planea apropiarse pertenecen a Repsol.
Las nacionalizaciones en América Latina, en particular en el sector de la energía, no son nada nuevo. Sin embargo, las circunstancias que rodean la apropiación de Repsol por parte de Argentina podrían serlo. Demuestran de manera especial la naturaleza del kirchnerismo, un modelo económico que enriquece a los amigos del gobierno mientras conduce al país hacia la pobreza.
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Cristina Fernandez de Kirchner comparte un chiste con el presidente de EE.UU. Barack Obama durante la Cumbre de las Americas en Cartagena.
Repsol se hizo con el control de YPF en una privatización en 1999. Parecía una buena idea en aquel momento. Pero luego ocurrió el colapso del peso en 2001-2002. La economía se contrajo profundamente y fue seguida de una crisis política. En 2003, Néstor Kirchner, esposo de Cristina y ex gobernador de la provincia de Santa Cruz fue elegido presidente con apenas 22% de los votos.

Kirchner necesitaba apuntalar su apoyo. Lo hizo mediante la demonización de las empresas y la promesa de redistribuir riqueza a los que no tenían, cuyo número había aumentado debido a la crisis. Denunció a los empresarios, condenó las ganancias y agitó la lucha de clases. Para contener la inflación tras la devaluación del peso, impuso controles de precios sobre los alimentos y el combustible. Los servicios públicos fueron golpeados con el congelamiento de las tarifas. Sin embargo, los salarios y los impuestos siguieron subiendo. Las empresas se referían a la lenta estrangulación provocada por el gobierno como a una "asfixia".
Repsol estaba atrapada. El gobierno fijó el precio del barril de petróleo en US$42 y determinó que la producción petrolera de YPF no podría ser exportada hasta que la demanda argentina estuviera satisfecha. El negocio del gas natural era todavía más difícil. Repsol dice que los controles de precios combinados con los subsidios elevaron marcadamente la demanda, presionando al máximo los recursos de la compañía.
La relación entre el gobierno y la empresa española se volvió tensa. Pero después de haber realizado una gran inversión, Repsol no quería marcharse. De acuerdo con informes de la prensa apoyados por mis propias fuentes la empresa acordó permitir a Néstor Kirchner negociar para permitir el ingreso de un socio argentino, elegido por el mandatario. Ese socio, el Grupo Petersen, estaba encabezado por el banquero y magnate de la construcción Enrique Eskenazi, un aliado de Kirchner de larga data.
De acuerdo con los informes publicados en la prensa argentina y en The Wall Street Journal, la adquisición de casi 25,5% de YPF por parte de Petersen fue completada casi sin una cuota inicial. Repsol accedió a financiar la mayor parte de las acciones y préstamos bancarios financiaron el resto. Repsol dice que el Grupo Petersen aún le debe US$1.900 millones.
Repsol también acordó aumentar el pago de los dividendos a 90% de las ganancias. Mediante el uso de esos dividendos Petersen iba a pagar sus préstamos a Repsol, junto con unos US$680 millones en préstamos bancarios, según Bloomberg. La empresa pagó también un dividendo extraordinario sobre las ganancias retenidas para ayudar con el pago del préstamo.
¿Fue ese un intento para evitar la "asfixia"? Le pregunté a Repsol por qué había accedido a tal acuerdo y si estuvo de acuerdo con ello debido a que Kirchner, quien falleció en 2010, había intimidado a la compañía. Repsol, declinó hacer comentarios.
La adquisición de Petersen sin dinero inicial fue un negocio redondo y algunos argentinos se preguntaron si Kirchner lo había hecho motivado por la sola bondad de su corazón. Es una pregunta pertinente, ya que ambos gobiernos del matrimonio se han caracterizado por una falta de transparencia y han estado plagados por escándalos de corrupción. Es difícil responder porque no está claro quiénes son los propietarios de las acciones de Petersen Energy, con sede en Australia. Una fuente argentina dijo que esas acciones son emitidas al portador, lo que significaría que no hay ningún registro del a propiedad. Sin embargo, cuando consulté con Petersen si eso era cierto y además cómo financió la compra de las acciones de YPF, declinaron hacer comentarios. El gobierno argentino tampoco respondió a solicitudes de comentarios.
Cristina Kirchner, que asumió la presidencia en 2007, justifica la nacionalización acusando a Repsol de que no estaba cumpliendo con sus obligaciones de inversión. Repsol niega eso diciendo que desde 2006 "la inversión ha sido superior a las ganancias" y que la inversión en 2011 alcanzó un nivel récord.
Dado que YPF sólo mantiene 10% de sus ganancias después de los dividendos, esa inversión requirió un alto endeudamiento y la deuda de YPF se incrementó considerablemente entre 2007 y 2011. Sin embargo, Repsol afirma que hasta noviembre de 2011 el gobierno no tenía más que cosas buenas para decir de YPF.
Fue entonces cuando la compañía anunció que había descubierto la tercera reserva de gas de esquisto más grande del mundo en un lugar llamado Vaca Muerta. Seis meses más tarde, Kirchner anunció que Repsol perdería YPF. Aparentemente, ella decidió que Repsol había dejado de serle útil. Así es como funcionan las cosas en la Argentina de hoy.

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