¿Por qué si son tan ignorantes, el Presidente los designa para esos puestos? ¿Son cuates suyos?
Al escucharlos hablar del precio al público del huevo para plato, uno se pregunta por qué y cómo llegaron a esas posiciones.
Ángel Verdugo
El artificial problema del precio del
huevo para plato de días recientes, magnificado hasta el ridículo por
quienes ignoran lo más elemental del funcionamiento de una economía de
mercado, el cálculo económico y el papel que los precios juegan en la
economía nos llevó, por las declaraciones de algunos funcionarios
demagogos e ignorantes y las de varios comentaristas, “opinantes” y no
pocos “conductores” que los aplaudieron, a recordar la “Docena Trágica”
de Echeverría y López Portillo.
Para vergüenza de funcionarios serios, ellos sí conocedores de la ciencia económica y el funcionamiento de una economía de mercado, el papel de los precios y la importancia del cálculo económico, los que encabezan la Secretaría de Economía, la Procuraduría Federal del Consumidor y el Gobierno del DF, son burócratas encumbrados con un nivel de conocimientos tan bajo en economía, que al escucharlos hablar del precio al público del huevo para plato, uno se pregunta por qué y cómo llegaron a esas posiciones.
Dadas las burradas expresadas por los dos primeros, la única explicación posible es que son grandes cuates del presidente Calderón. Sus curricula, lucen impresionantes; sin embargo, al hablar ambos del “problema del precio del huevo”, uno concluye que los únicos estudios realizados fueron en el Instituto Patrulla, las gloriosas Academias Vázquez o algún curso por correspondencia en la Hemphill School.
El procurador federal del Consumidor, presume “estudios en economía en el ITAM” los cuales, dada la pobre comprensión que del tema exhibió, dichos estudios debieron pasarle de noche.
Del secretario de Economía, tanto su licenciatura en Derecho con Mención Honorífica por la Escuela Libre de Derecho y los “diferentes cursos de posgrado en Administración, Finanzas, Recursos Humanos y Competitividad en las universidades de Harvard, Stanford, Michigan, Kellogg y Wharton en Estados Unidos, así como en el Institut Européen d’Administration des Affaires (INSEAD) en Francia”, parecen haberle servido de muy poco pues con sus declaraciones absurdas —por decir lo menos—, dejó muy mal paradas a esas prestigiadas instituciones.
Todo indica, dadas las tareas que en verdad realizó durante años para Pulsar y más específicamente para el hoy seguidor de López, ingeniero Alfonso Romo, que lo único que le ha funcionado son su “Licenciatura en Derecho Canónico y un Posgrado en Ciencias de la Familia”; estos logros académicos aparecen al final —por no dejar y con cierta vergüenza— del largo listado de los estudios que dice haber realizado.
Al escuchar a los dos y a otros más, la pregunta surge de inmediato; ¿por qué el secretario de Economía ignora todo de esta ciencia? ¿Por qué el procurador federal del Consumidor tiene una idea tan pedestre de los consumidores y desprecia nuestra capacidad para decidir qué comer? ¿Acaso piensa que somos idiotas, que requerimos de sus profundos conocimientos para definir nuestra dieta? Asimismo, ¿piensa el jefe de Gobierno del DF que con 20 o 30 toneladas de huevo va a influir en algo, cuando el consumo diario en el DF es cercano a las 500 toneladas?
Por último, ¿lo que aquí vemos en relación con la preparación de nuestros funcionarios y gobernantes, se presenta en otros países? ¿En ellos, son tan ignorantes como algunos de los nuestros? Y si lo fueren, ¿hablan de lo que ignoran como los nuestros?
Si así es, están igual de jodidos que nosotros.
Para vergüenza de funcionarios serios, ellos sí conocedores de la ciencia económica y el funcionamiento de una economía de mercado, el papel de los precios y la importancia del cálculo económico, los que encabezan la Secretaría de Economía, la Procuraduría Federal del Consumidor y el Gobierno del DF, son burócratas encumbrados con un nivel de conocimientos tan bajo en economía, que al escucharlos hablar del precio al público del huevo para plato, uno se pregunta por qué y cómo llegaron a esas posiciones.
Dadas las burradas expresadas por los dos primeros, la única explicación posible es que son grandes cuates del presidente Calderón. Sus curricula, lucen impresionantes; sin embargo, al hablar ambos del “problema del precio del huevo”, uno concluye que los únicos estudios realizados fueron en el Instituto Patrulla, las gloriosas Academias Vázquez o algún curso por correspondencia en la Hemphill School.
El procurador federal del Consumidor, presume “estudios en economía en el ITAM” los cuales, dada la pobre comprensión que del tema exhibió, dichos estudios debieron pasarle de noche.
Del secretario de Economía, tanto su licenciatura en Derecho con Mención Honorífica por la Escuela Libre de Derecho y los “diferentes cursos de posgrado en Administración, Finanzas, Recursos Humanos y Competitividad en las universidades de Harvard, Stanford, Michigan, Kellogg y Wharton en Estados Unidos, así como en el Institut Européen d’Administration des Affaires (INSEAD) en Francia”, parecen haberle servido de muy poco pues con sus declaraciones absurdas —por decir lo menos—, dejó muy mal paradas a esas prestigiadas instituciones.
Todo indica, dadas las tareas que en verdad realizó durante años para Pulsar y más específicamente para el hoy seguidor de López, ingeniero Alfonso Romo, que lo único que le ha funcionado son su “Licenciatura en Derecho Canónico y un Posgrado en Ciencias de la Familia”; estos logros académicos aparecen al final —por no dejar y con cierta vergüenza— del largo listado de los estudios que dice haber realizado.
Al escuchar a los dos y a otros más, la pregunta surge de inmediato; ¿por qué el secretario de Economía ignora todo de esta ciencia? ¿Por qué el procurador federal del Consumidor tiene una idea tan pedestre de los consumidores y desprecia nuestra capacidad para decidir qué comer? ¿Acaso piensa que somos idiotas, que requerimos de sus profundos conocimientos para definir nuestra dieta? Asimismo, ¿piensa el jefe de Gobierno del DF que con 20 o 30 toneladas de huevo va a influir en algo, cuando el consumo diario en el DF es cercano a las 500 toneladas?
Por último, ¿lo que aquí vemos en relación con la preparación de nuestros funcionarios y gobernantes, se presenta en otros países? ¿En ellos, son tan ignorantes como algunos de los nuestros? Y si lo fueren, ¿hablan de lo que ignoran como los nuestros?
Si así es, están igual de jodidos que nosotros.
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