miércoles, 22 de agosto de 2012

Y ahora, “estallidos sociales”


Y ahora, “estallidos sociales”

Pablo Hiriart

Ayer el Partido del Trabajo y el de la Revolución Democrática sorprendieron a más de uno con la advertencia de que si el fallo del Tribunal no favorecía la anulación de las elecciones del 1 de julio, podrían darse “estallidos sociales”.
 
¿No que iban a acatar el veredicto del Tribunal? Por lo visto, también eso fue mentira.
 
Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, informó que los partidos que integran la izquierda mexicana tendrán que valorar el veredicto del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación respecto al juicio de nulidad, sin descartar un posible estallido social.
 


¿Valorar el veredicto? ¿Entonces por qué no dijeron eso desde el inicio, en lugar de asegurar que se apegarían a la legalidad?


El del Tribunal es un fallo de última instancia, después de ahí no hay nada más en el terreno de la ley. Así es que una sentencia del TEPJF no se valora, se acata.


Lo que están haciendo los dos principales partidos de la alianza lopezobradorista es presionar a los magistrados del Tribunal para hacerlos responsables de lo que pueda ocurrir en caso de que no anulen la elección.


Son ellos los que han engañado a sus seguidores con patrañas de mal perdedor, y ahora se quieren lavar las manos si es que se dan reacciones violentas entre los que creyeron sus fabricaciones.


La perversidad política debe tener un costo. No se puede actuar en la irresponsabilidad total y después decir, como matón de barrio, “demándenme si es que se atreven”.


Después de todo lo que han mentido, de las pruebas falsas, de los trucos para aparentar delitos inexistentes, los partidos promotores de la incertidumbre deben pagar una penalidad.


Así como debe sancionarse el rebase de topes de campaña en que hayan incurrido cualesquiera de los tres contendientes, también debe castigarse el daño a la democracia perpetrado por los malos perdedores.


Inventaron que una encuesta les daba como ganadores de la elección presidencial por dos puntos, y nunca la enseñaron. Pero con ello fue suficiente para hacer creer a sus seguidores, muchos de ellos de buena fe, que les habían robado la elección.


Calumniaron a cientos de miles de personas que realizaron un trabajo honesto en las mesas receptoras de sufragios y en los cómputos distritales. Le causaron un daño moral al país al acusar en conferencias de prensa que cinco millones de mexicanos se habían vendido el 1 de julio.


Montaron escenografías con falsedades: las tarjetas de Soriana, que no eran alcancías sino tarjetas de descuento o de acumulación de puntos. La falsificación de un estado de cuenta en Scotiabank. Pollitos recién nacidos como “cuerpo del delito” de compra de votos.


Un notario que, aclaró él mismo, no dio fe de irregularidades, sino de lo que le habían dicho los dirigentes del PRD que dijera…


Y ahora, sobre el engaño, el chantaje: puede haber estallidos sociales.


México no se merece tanta vileza.

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