Lesiones de historia patria: "Cuentos de la Revolución"
Héctor Aguilar Camín
De la Revolución mexicana han salido
algunas de las mistificaciones más difíciles de erradicar en el camino de la
modernización de México.
Algunos de esos inventos son de índole histórica. Por ejemplo, que el verdadero espíritu de la Revolución mexicana está mejor representado por quienes la perdieron, Zapata y Villa, que por quienes la ganaron —Carranza, Obregón y Calles.
Algunos de esos inventos son de índole histórica. Por ejemplo, que el verdadero espíritu de la Revolución mexicana está mejor representado por quienes la perdieron, Zapata y Villa, que por quienes la ganaron —Carranza, Obregón y Calles.
Otras tergiversaciones salidas de la Revolución mexicana se refieren no a hechos históricos, sino al extraordinario poder que ha tenido entre nosotros el pensamiento oficial, la manera como sucesivos gobiernos fueron añadiéndole significados, intenciones y proyectos a la Revolución mexicana, hasta volver sus ocurrencias políticas parte no de la historia, sino de la mismísima mexicanidad.
Una de las instituciones más desastrosas para la productividad en el campo, el ejido, fue visto durante décadas como encarnación original de la justicia prometida por la Revolución.
La acumulación de monopolios estatales (petróleo, electricidad, teléfonos) fue también vista en momentos sucesivos como acumulación de nacionalismo y garantía de justicia para los mexicanos. La dignidad y la grandeza de la patria estuvieron depositadas alguna vez en la posesión gubernamental de los ferrocarriles, las líneas aéreas, los bancos y la compañía telefónica.
Muchos mexicanos creen todavía con fe de carbonero que la propiedad pública del petróleo o el monopolio gubernamental de la energía eléctrica son pilares de la integridad nacional, ejes de la nación y de la nacionalidad.
El catálogo de creencias de lo que llamamos Revolución mexicana fue durante décadas la ideología nacional de México, el referente fundamental de la cultura política del país. Sigue pesando sobre nosotros. Es un horizonte ideológico de matriz corporativa, poco liberal y poco democrática.
Tiene un fondo demagógico y populista que apenas puede ocultarse. Ha sido el surtidor de muchas cosas buenas de México, como la estabilidad política, pero también de algunas de las más abominables de nuestra historia, como la corrupción y la cultura de la ilegalidad.
Muchos de los mitos del catálogo de la Revolución mexicana han sido demolidos, muchos otros siguen vivos. La modernización y el contacto con el mundo han diluido muchos de esos contenidos en las élites mexicanas. Pero sería una temeridad desafiarlos en la mayoría de la población.
Los cuentos de la Revolución siguen teniendo fuerza. Son piezas de museo frente a los hechos de la globalización. Pero es un museo vivo en el corazón de millones de mexicanos donde navegan con éxito profetas y feligreses del pasado.
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