Miguel Cuerdo Mir
En el último informe del Banco de España se dice que la
necesidad de financiación externa de la economía española de los últimos
doce meses ha representado un 3,2% del PIB. Es decir, la economía
española sigue acumulando deuda externa. En un entorno en el que el PIB
se reduce, la credibilidad internacional para los acreedores reales y
potenciales se diluye hasta cuestionar la solvencia futura del país -la
prima de riesgo es solamente el síntoma de ello-. En este sentido,
bastaría con cambiar el signo negativo de nuestra balanza por cuenta
corriente, un endemismo que persiste en épocas de crecimiento y de
recesión, para recuperar el crédito internacional. De ser así, no
necesitaríamos tapar durante un rato, más o menos corto, con billetes
del BCE, algunas de nuestras vergüenzas estructurales -muchos políticos
de distinto signo están de acuerdo en que la tacañería del BCE es el mal
principal que nos aqueja-.