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domingo, 19 de agosto de 2012

¿Por qué los humanos comemos carne?

Por SAM KEAN

Jamón de canguro. Pastel de rinoceronte. Lengua de caballo. La vida doméstica era un tanto diferente en la casa de William Buckland. Algunos visitantes de su casa en Oxford, Inglaterra, a principios del siglo XIX recordaban su corredor de entrada, lleno de cráneos fosilizados de monstruos. Otros recuerdan los monos vivos que daban vueltas por ahí. Pero nadie podría olvidarse de la dieta de Buckland. Un geólogo profundamente religioso, le gustaba la historia de Noé, y la mayor parte de su arca pasó por su boca. Hubo sólo unos pocos animales que no pudo tragar: "El sabor del topo fue el más repulsivo que conocí", dijo una vez Buckland, "hasta que probé una moscarda".
Lo más sorprendente de los hábitos carnívoros de Buckland no era la variedad. Era que sus intestinos, arterias y corazón soportaran el consumo de tanta carne. No es menos sorprendente para los que vivimos en esta época, incluso los que tenemos gustos que apenas se ciñen a los filetes. Ya que si se fija en la procedencia de nuestra especie, ninguno de nuestros primos primates podría sobrevivir con una dieta con tanta carne. Al igual que muchas otras cosas que nos hacen únicos, debemos nuestra habilidad para comer toda esa carne a cambios en nuestro ADN.
imageAlex Nabaum Los monos y los simios tiene molares y estómagos adaptados para procesar plantas, y en estado salvaje comen principalmente vegetales y en su hábitat natural tienen dietas principalmente veganas. Unos pocos primates, como los chimpancés, comen unos pocos gramos de termitas u otros animales todos los días. Pero para la mayoría de los monos y simios, una dieta alta en grasas y colesterol afecta sus organismos. Los primates en cautiverio con acceso regular a carne y productos lácteos a menudo terminan respirando con dificultad dentro de sus jaulas, con un colesterol cerca de los 300 y sus arterias llenas de grasa.
Nuestros ancestros protohumanos sin duda comían carne; dejaron demasiados cuchillos de piedra al lado de pilas de huesos como para que sea coincidencia. Y no es difícil darse cuenta de por qué se dieron el gusto. Para la mayoría de la gente, la carne tiene un gusto realmente agradable. Brinda preciadas proteínas, y está llena de calorías, una consideración importante cuando las fuentes de alimentación eran precarias. Pero los primeros humanos probablemente no hayan sufrido menos que otros primates debido a su amor por la carne.