¿La cama o la calle?
Gotas de sudor, baile, caderas en
movimiento, ojos insinuantes. Es de noche, en una fiesta habanera la
tensión erótica se siente como una presencia tangible, corpórea. Las
miradas se cruzan, los gestos pactan un encuentro en la oscuridad, los
labios acuerdan sin palabras la batalla de besos que llegará después. En
esta Isla, la sexualidad parece salirse por los poros y las esquinas,
brotar incluso del asfalto. Las ropas apretadas, las sonrisas
insinuantes, las frases lascivas destilan una sensualidad que impacta a
quienes visitan por primera vez Cuba. Da la impresión que a cada minuto
nos podríamos topar en mitad de la calle con alguna escena de alcoba. La
gente hace constantemente bromas alusivas al sexo y decenas de palabras
designan, en el lenguaje popular, a los genitales. Alguien recién
llegado a nuestra realidad creería que hemos dejado atrás todo tabú
alrededor del goce carnal y que hemos superado cualquier postura
timorata.