La “barbarie” taurina
El País, Madrid
La Plaza de Toros de Marbella no tiene
el sabor que da la antigüedad a plazas como la de Ronda o la de Acho de
Lima, ni el prestigio de las de algunas grandes ciudades como Sevilla,
Madrid o México y, puesto que en sus tendidos se ven a veces más
turistas que nativos, los exquisitos de la tauromaquia se permiten
mirarla por sobre el hombro. Pero en esta placita provinciana ocurren a
veces cosas notables, como la del domingo 5 de agosto, en la corrida
en que El Cordobés, Paquirri y El Fandi lidiaron seis toros de Salvador
Domecq.
Todo coincidió para producir esa
maravilla: la magnífica tarde de sol alto y cielo azul, los seis
astados bravos, alegres, nobles y de buen peso, el entusiasmo del
público que ocupaba media entrada y el pundonor de los toreros, su
virtuosismo y su voluntad de gozar y hacer gozar. Lo consiguieron. Fue
una magnífica corrida y, con la excepción de una vara de más al primer
toro de El Cordobés, sin una falla, algo rarísimo en todos los cosos
del mundo. El presidente se excedió y concedió 10 orejas pero la
afición estaba tan contenta que nadie se lo reprochó.