Los medidas cautelares contra el “Obamacare”: ¿Guerra contra las mujeres?
HuffPost's - El Instituto Independiente
La clausula sobre la cobertura
obligatoria de la anticoncepción de la Ley de Asistencia Asequible y
Protección al Paciente (u “Obamacare”) entró en vigor este mes con poca
fanfarria, y probablemente continuará recibiendo poca atención durante
algún tiempo, igual que los derechos adquiridos de las políticas
existentes, así como también las numerosas excepciones a sus
disposiciones hacen que diste mucho de ser universal e igualmente que
esté lejos de una verdadera resolución.
La norma establece que eventualmente todos los planes de seguros pagarán la totalidad de los costos de toda
la cobertura anticonceptiva: todos los medicamentos, dispositivos y
procedimientos, incluyendo el costo de pastillas anticonceptivas,
inyecciones, insertos vaginales, medicamentos abortivos, y
procedimientos de esterilización -- sin cargo para el asegurado. No hay
aumento de las primas, no hay copagos, ni deducibles ni ningún otro
costo atenuante.
Cuando la disposición fue conocida por
primera vez a principios de este año, provocó una tremenda indignación
sobre todo por parte de los empleadores religiosos, que objetaron tener
que pagar por bienes y servicios contrarios a sus creencias religiosas.
Los partidarios de la norma respondieron que ellos no tendrían que pagar
dado que las compañías de seguros están legalmente obligadas a afrontar
el costo en su totalidad. Sin embargo, la mayor parte de las
agrupaciones religiosas más grandes se auto-aseguran, lo que significa
que pagan los costos del cuidado de la salud de sus empleados con
recursos internos separados para ese fin, y por ende han obtenido una
exención temporal de la norma mientras ella se somete a revisión legal.
Este problema se intensificó en las
últimas semanas, cuando un fabricante privado de equipos de
climatización propiedad de una familia católica, que también se
auto-asegura, obtuvo a su favor una medida cautelar temporal de un juez
de distrito de los EE.UU. en contra de tener que cumplir con la norma
del 1 de agosto.
Los partidarios de la disposición han enmarcado esta acción como una “Guerra contra las Mujeres”. ¿Lo es?
Las feministas estadounidenses modernas
podrían sorprenderse al enterarse que la lucha por los derechos de las
mujeres fue primariamente liderada por cristianas. En la investigación
recogida en el libro del Independent Institute, Freedom, Feminism, and the State, las principales analistas políticas examinan las enseñanzas cristianas de la igualdad y el equitativo legado de los derechos inalienables
para cada individuo. Estos fueron los principios a los que apelaron las
mujeres cuando encabezaron el movimiento abolicionista, y más tarde en
la lucha por la igualdad de derechos para las mujeres que siguió a la
Guerra Civil.
Avanzamos rápidamente 120 años, y vemos
que los sueños de nuestras antepasadas han sido ampliamente alcanzados.
Sin embargo, hay un creciente cisma dentro del movimiento feminista
entre aquellas que ven a los derechos naturales como inherentes e inalienables y aquellas que buscan la concesión gubernamental de iguales derechos para las mujeres.
¿Esta última postura a caso no cambia
simplemente al marido o al padre por el Estado como el “protector” de
las mujeres? La feminista Jean Bethke Elshtain advirtió, en la edición
de abril de 1982 de Democracy:
Para las feministas descubrir en el Estado el nuevo 'Sr. Correcto', y
casarse, para bien o para mal, con una identidad pública inseparable de
las exigencias del poder estatal y la política sería un error.
La preocupación de Elshtain está
ejemplificada en la cobertura obligatoria universal que anula las
opciones individuales de las mujeres e invita al Estado a ingresar en
los consultorios de sus médicos -- donde no tiene nada que hacer.
En Priceless: Curing the Healthcare Crisis,
el Investigador Asociado y escritor del Independent Institute John C.
Goodman sugiere que esta tendencia podría revertirse, ofreciendo
alternativamente igualdad en el tratamiento fiscal, sin considerar dónde
se obtiene el seguro, la libertad de elección en la compra del seguro,
y la capacidad del individuo para poseer su propia póliza de seguro,
con independencia de su continuidad en el empleo de un determinado
empleador.
Por desgracia para las mujeres que
buscan atención anticonceptiva suministrada con dignidad, privacidad, y
de acuerdo con sus propias elecciones, el obstáculo de la norma a estas
decisiones del cuidado privado será cada vez más problemático a medida
que la política entre en plena vigencia en 2014.
De hecho, las mujeres ya están viendo la
evidencia de la invasiva postura partidista detrás del tema, dado que
la entrada en vigor en agosto de la norma dio la bienvenida a la
autoridad de los políticos sobre el cuidado de la salud de las mujeres.
El alcalde de Nueva York Michael Bloomberg es ahora un autoproclamado zar de la lactancia,
exigiendo que los hospitales de Nueva York dejen de distribuir muestras
gratis de leche maternizada y biberones tradicionalmente suministrados a
las nuevas madres. Además, “a cualquier madre que solicite leche
maternizada se le dará una conferencia sobre por qué el amamantamiento
es mejor por parte de personal del hospital”.
Soy una admiradora de la Liga de la
Leche, y aplaudo el excelente y voluntario apoyo que proporcionan para
ayudar a las mujeres y los bebés en la difusión de la práctica del
amamantamiento. Sin embargo, no todas las madres pueden naturalmente
proporcionar suficiente leche materna para su bebé, y al parecer el Sr.
Bloomberg ignora este hecho. Incluso si todas las mujeres pudiesen
natural e inmediatamente alimentar por completo a sus hijos
amamantándolos, ¿no es esa una opción que deberían poder hacer conforme
las circunstancias individuales de ellas y de sus bebés, en consulta
con eruditos y compasivos profesionales de la salud?
Actualmente, el senador Tom Harkin se siente libre de demostrar su tremenda familiaridad
con los problemas de salud de las mujeres al proclamar: “Conozco un
montón de mujeres jóvenes que toman [píldoras para el control de la
natalidad] debido a que sus dolores menstruales son tan malos que se
incapacitan”.
¿Las mujeres realmente quieren
ver que los problemas de sus cuerpos y las opciones anticonceptivas se
decidan en el campo de batalla político? Si es así, realmente tendrán
una “Guerra contra las Mujeres”.
Estas cuestiones se encuentran mucho
mejor atendidas y financiadas de manera individual antes que por medidas
gubernamentales que obligan a que el costo de todos sea cubierto en un
100 por ciento para cualquier producto y servicio. ¿No deberíamos estar
trabajando para construir una solución para aquellos que no tienen
acceso a la atención de la salud, en lugar de una insostenible que
subsidia a quienes somos plenamente capaces de pagar por nuestras
propias necesidades anticonceptivas?
Lamentablemente, parece que pronto las mujeres añoraremos los buenos viejos tiempos del Estado Niñera,
cuando únicamente estábamos sujetas a controles sobre las drogas
ilícitas, el tabaco y los alimentos grasos. Ahora tenemos el fantasma
del Papá Estado, donde políticos ignorantes de las maravillas
reproductivas del cuerpo femenino ordenan cómo las mujeres cuidan de
nuestros niños y qué formas de control de la natalidad son las más
adecuadas.
En un vídeo para la reelección de Obama, “Cartas al Presidente: Los sueños de nuestras hijas”,
una madre de dos hijas denuncia que “el uso de anticonceptivos se ha
tornado polémico”, y declara fervientemente que “es el derecho de una
mujer tomar decisiones sobre su propio cuerpo y su propia vida”.
Las mujeres precisan redescubrir nuestra
rica herencia de libertad de conciencia y protección de nuestros
derechos naturales. Las normas políticas sobre nuestra salud
reproductiva son políticas públicas, establecidas por políticos, que someten a las mujeres a los caprichos del Estado y nos reducen a ser rehenes de la legislación burocrática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario