jueves, 23 de agosto de 2012

Afganistán: Atacando a los instructores americanos

Amy Payne


 
Las tropas americanas en Afganistán se enfrentan a una creciente amenaza debido a los ataques “desde dentro”, en los que las fuerzas afganas, para ayudar y entrenar a las cuales están allí, están volviendo sus armas contra sus compañeros americanos, planteando serias cuestiones sobre la viabilidad de la misión de Estados Unidos en Afganistán.
Los ataques, que han matado a 40 soldados de Estados Unidos y la OTAN en lo que va de año, también son conocidos como “ataques verde sobre azul”, porque los uniformes de las fuerzas afganas son verdes y los de las fuerzas aliadas son azules.

¿Quiénes forman las fuerzas de seguridad afganas? Aunque los jefes del ejército afgano son profesionales y están comprometidos en el trabajo con sus homólogos americanos, los reclutas son en su mayoría hombres analfabetos de áreas rurales que se pueden sentir contrariados por las diferencias culturales con sus preparadores americanos o volverse susceptibles a los sobornos e intimidaciones de los insurgentes. Los oficiales de las fuerzas armadas de Estados Unidos atribuyen sólo un 10% de los ataques desde dentro a infiltraciones de los talibanes, a pesar de las reivindicaciones por parte de estos de la responsabilidad de la mayoría de los ataques.
Hay alrededor de 350,000 miembros de las fuerzas de seguridad afganas, incluyendo la policía y el ejército. Para el 1 de octubre, habrá 68,000 soldados de Estados Unidos en Afganistán. La estrategia de Estados Unidos en Afganistán se centra en ser capaz de entrenar a las fuerzas afganas de modo que finalmente puedan hacer frente a la amenaza insurgente por sí mismas. Si el número de los ataques desde dentro no desciende, será cada vez más difícil justificar una presencia a gran escala de tropas de Estados Unidos en Afganistán.
El analista de la Fundación Heritage Peter Brookes comenta esta mañana en el New York Post:
A pesar del empeño de las fuerzas de la Coalición y del gobierno afgano por combatir la violencia mediante una mejor vigilancia, investigación, monitorización y contrainteligencia, este no va a ser un problema fácil de arreglar.
Los talibanes y los miembros de Haqqani y al-Qaeda continuarán buscando reclutas dispuestos de hacerles el trabajo sucio, llevando a cabo “penetraciones” en las fuerzas policiales y el ejército afganos para volverlos en contra de sus mentores y preparadores.
Los efectos psicológicos de unos alumnos que vuelven sus armas contra sus preparadores son devastadores para las tropas americanas y los 40 socios de la coalición presentes en el país. El presidente Obama necesita abordar este asunto y tratar de elevar la confianza en su estrategia general en Afganistán. El incremento de los ataques desde dentro amenaza la misión de Estados Unidos en Afganistán y los oficiales americanos deben trabajar junto a sus homólogos afganos para frenar los ataques. El presidente Obama ha evitado durante demasiado tiempo hablar sobre la guerra en Afganistán y se ha centrado principalmente en el calendario de retirada de las tropas, en vez de en inspirar confianza en la estrategia de Estados Unidos y mostrar su compromiso con los objetivos de Estados Unidos en la región.
El presidente Obama, a la vez que ha estado reduciendo las tropas de Estados Unidos en Afganistán, ha intentado negociar con los talibanes, a pesar del hecho de que los talibanes no han renunciado ni al terrorismo ni a su respaldo a al-Qaeda. Si los talibanes son capaces de recuperar la influencia en Afganistán sin romper sus lazos con el terrorismo internacional, al-Qaeda y otros grupos terroristas podrían restablecer allí un refugio seguro para ellos.
La analista de la Fundación Heritage Lisa Curtis nos recuerda que las victorias de las fuerzas armadas sobre los talibanes durante los dos últimos años son “todavía frágiles”. “No sería inteligente que Estados Unidos hiciese importantes concesiones antes de que los talibanes hayan renunciado al terrorismo internacional y hayan demostrado su voluntad de comprometerse políticamente”, ha comentado Curtis.
Hace sólo unos pocos meses, los talibanes criticaron al gobierno afgano por avanzar en un Acuerdo de Colaboración Estratégica con Estados Unidos, diciendo que el objetivo de Estados Unidos era impedir la constitución de un verdadero gobierno islámico y establecer un ejército hostil al islam que proteja los intereses occidentales en la región.
En lugar de centrar tanta energía y atención en tratar de negociar con los talibanes, Estados Unidos debería estar facultando y organizando a los elementos antitalibán en una fuerza policial cohesionada. Eso incluye motivar a Pakistán para que acabe con su respaldo a los talibanes y para que deje de proporcionar un refugio seguro a cualquier red terrorista.
Curtis comenta que Estados Unidos aún puede alcanzar sus objetivos en Afganistán siempre que no acelere la retirada de tropas:
El continuo enfoque del presidente Obama en la retirada de tropas da la impresión de que Estados Unidos está huyendo por la puerta de emergencia, lo que está creando miedo e incertidumbre entre los afganos y está ocasionando que el presidente Karzai se convierta en un socio menos fiable. El alcance y el ritmo de la retirada a lo largo de los dos próximos años deberían estar determinados por los mandos militares de Estados Unidos sobre el terreno, no por la política electoral de Estados Unidos.
Y no podemos olvidar que la misión en Afganistán es para impedir que el país se convierta en el campo de entrenamiento terrorista que era antes del 11 de septiembre. Pero aunque las tropas están centradas en establecer la seguridad del ciudadano afgano promedio y en fomentar una sociedad democrática en el país, el resultado afecta directamente al territorio de Estados Unidos.

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