Leo Zuckermann
México pasó de ser el país con un seleccionado de “ratones verdes” a uno de campeones olímpicos. Todavía recuerdo el desastre del Campeonato Mundial de Futbol de Argentina 1978. El entrenador nacional, José Antonio Roca, había dicho que México le ganaría a Túnez y Polonia y empataría con Alemania para pasar a la siguiente ronda. El equipo nacional, sin embargo, perdió 3-1 con el primero, 3-1 con el segundo y 6-0 contra el tercero. Pilar Reyes era el portero nacional. En el partido contra los alemanes recibió los primeros tres goles. Se lesionó, se fue al vestidor y ya no quiso saber nada del partido. Lo sustituyó Pedro Soto. Al final del encuentro, Reyes le preguntó a Soto cómo habían quedado. El sustituto le respondió: “Empatamos”. Reyes se emocionó y volvió a preguntarle: “¿De verdad empatamos?”, a lo que Soto le respondió: “Sí empatamos, a ti te metieron tres goles y a mi tres”.
Esa era el México de los “ratones verdes”. Los adolescentes de aquella época nos sentíamos engañados y desmotivados por la lamentable actuación del equipo nacional. Esto fue hace 34 años. El sábado, cuando la Selección Sub-23 de futbol ganó la medalla de oro en las Olimpiadas de Londres 2012, no pude dejar de recordar aquellos tiempos de engaño, ridículo y decepción. Pensé en el mensaje que estaban recibiendo los niños y los adolescentes de ahora al ver un espectáculo diametralmente opuesto al de 78: futbolistas mexicanos ganándole al “todopoderoso” equipo brasileño para llevarse la medalla olímpica. Un equipo invicto que nunca se conformó ni achicopaló.
En artículos pasados he mencionado algunas variables socio-económicas que explican el éxito deportivo. Vale la pena hacer este mismo análisis para comparar el México de los “ratones verdes” al de los campeones olímpicos.
En primer lugar está la población. He mencionado que el éxito deportivo de un país depende de su tamaño ya que, entre más poblado, más se tiene una reserva natural de talento. Es más probable encontrar buenos futbolistas en un país con casi el doble de la población en 2012 que en 1978 (el censo de 2010 encontró 112 millones de mexicanos, el de 1980 a 67 millones).
Luego está el asunto del desarrollo económico. Los países más ricos tienen más recursos para desarrollar el talento natural de sus habitantes. Y, en este sentido, México es un país más próspero en 2012 que en 1978. El Producto Interno Bruto per cápita ha crecido alrededor de 40% estos últimos 34 años, lo cual se ha reflejado en una mejoría en el bienestar de los hogares mexicanos.
Comparemos, por ejemplo, algunos datos entre el Censo de Población de 1980 (el más cercano al de 1978) con el de 2010 (el más cercano a 2012). En 1980, de los 11.7 millones de hogares mexicanos, 64% tenía televisión, 45% refrigerador, 17% teléfono fijo y 23% un automóvil. En 2010, de los 25.5 millones de hogares, 93% tenía televisión, 82% refrigerador, 43% un teléfono fijo y 44% un automóvil. Además, en 2010 el 65% de los hogares contaba con una línea telefónica
Retomo, ahora, el artículo de los académicos estadunidenses Anirudh Krishna y Eric Haglund que cité el otro día. Ellos comprueban empíricamente que el éxito olímpico no sólo depende del tamaño del país y de su bienestar económico sino de la información y conectividad existente. La primera es esencial para que un individuo talentoso comience a soñar en ser un atleta olímpico. Resulta que en el México de 2012, como mencioné antes, prácticamente todos los hogares mexicanos cuentan con una televisión, a diferencia de 1978.
En cuanto a la conectividad, los autores argumentan que los talentosos deben tener la capacidad de salir de sus comunidades, muchas veces remotas y aisladas, a los centros de desarrollo deportivo. En este sentido, pesan dos variables: la urbanización del país y el total de caminos por hectárea. La idea es que un país más urbanizado y con más caminos tiene mayor conectividad por lo que el talento deportivo puede salir a desarrollarse. En México, ambas variables han crecido estos últimos 30 años. La urbanización paso de 61% en 1980 a 70% en 2010. El total de kilómetros de carretera creció de unos 200 mil kilómetros en 1980 a 372 mil en 2010, un aumento de 86%. Hoy en México hay más información y conectividad lo cual, siguiendo a los autores mencionados, ha abonado al éxito del futbol nacional.
Yo definitivamente me quedo con el México de 2012 al de 1978. No sólo en el futbol sino en el progreso económico. Hoy el país está mejor que hace 34 años. Hoy las nuevas generaciones de niños y adolescentes ven, a diferencia de lo que me tocó vivir a mí, a futbolistas exitosos. Recordemos eso estos días de celebración merecida. Ya no somos el país de los “ratones verdes” sino de los campeones olímpicos. Estoy contento: me tocó vivirlo para contarlo.
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