La candidatura de Wallace
Carlos
Gelista
Lo importante es que el PAN
aprenda lo que no debe hacer y apostarle a sus cuadros, que sí existen
En la sesión del Consejo
Nacional panista, del fin de semana pasado, se elevó mucho el tono de la
discusión. Una parte importante de la tensión que se había venido acumulando en
los días y semanas anteriores se reflejó en algunas de las intervenciones. La lista de oradores era interminable. De
entrada, había una serie de documentos a la que se le dio lectura. Además,
estaban los oradores que, previo a la reunión, ya habían solicitado hacer uso
de la palabra. Ello, y la inexplicable duración de la reunión de sólo un día,
motivó que mucho quedara en el tintero.
Una de las intervenciones no realizadas fue la
de José Luis Luege, ex presidente del PAN en el DF y quien, en su momento,
pretendió ser el abanderado panista a jefe de Gobierno de la capital. Sin
embargo, en esta semana se dio a conocer, en un diario nacional, el texto que
había preparado, en el que
señala como un error la designación que se hizo de Isabel
Wallace como candidata, lo que ha desatado una importante polémica, en la que,
incluso, se involucra a instancias del gobierno federal.
Definitivamente, esa candidatura fue un error. Quien quiera que haya sido el que tuvo la idea dejó
de considerar muchos aspectos, entre otros, que, independientemente de los
discursos, los habitantes de la ciudad querían como gobernante a un político
profesional. Su carácter de luchadora social en el tema de la inseguridad era
una importante carta de presentación, pero, evidentemente, no resultó
suficiente.
Además, su designación lastimó al panismo en
el DF. De la noche a la mañana se anunció su candidatura, sin el más mínimo respeto a las
formas democráticas que se habían usado en las dos anteriores
nominaciones, de Creel, en 2000, y de Sodi, en 2006, ambos electos por el voto
de los militantes.
Cuando le avisaron a los que pretendían -Cuevas,
Sodi, Luege y Orvañanos-
era, ya, una decisión tomada.
En los meses posteriores hubo una equivocada
conducción de la campaña. Isabel Wallace nunca quiso acercarse al panismo y, en
reiteradas ocasiones, arremetió, públicamente, contra ellos y las ideas
panistas.
Lo que hoy hace al decir que hubo traidores en
la campaña es la continuación de un lamentable discurso que hizo que el PAN
perdiera la mitad de su votación, comparado con 2006.
No importa quién haya hecho la designación. Lo importante es que el PAN aprenda
lo que no debe hacer y apostarle a sus cuadros –que sí existen,
como el propio Luege- para futuras ocasiones. Seguro les hubiera ido mejor.
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