Cuba: Por qué fracasó la república que soñó Martí
La destrucción de la moral pública causa bien pronto la disolución del Estado.
(Simón Bolívar)
Durante el primer medio siglo de vida independiente, los cubanos
solíamos referirnos nostálgicamente a "la república que soñó Martí". Era
un recurso retórico generalmente utilizado para quejarnos de la
realidad política y social del país. Lo que allí sucedía, aparentemente,
no era lo que Martí se había propuesto crear. Algo había salido mal.
Algo no había funcionado. ¿Qué sucedió? ¿Qué era lo que tenía Martí en
la cabeza cuando convocó a la lucha por la independencia en 1895, y por
qué embarrancó aquel proyecto que tanta sangre y sacrificio costara? Los
papeles que siguen tratan de responder esas dos preguntas.
La forja de un nacionalista romántico
A los 16 años, en 1869, Martí tuvo su primer encontronazo con la
justicia española por defender la independencia de Cuba. Probablemente,
entonces pesaba más en él la influencia de su admirado maestro Rafael
María Mendive, director de la escuela San Pablo, que la de sus padres
españoles. Mendive, ex discípulo de José de la Luz y Caballero en el
legendario colegio El Salvador, era un intelectual de personalidad
agradable, buen poeta romántico, mientras que don Mariano, el padre de
Martí, era un militar de bajo rango, limitada educación y no muy buen
carácter, de manera que es explicable que aquel niño sensible y
extremadamente inteligente que fue Martí, sin advertirlo, y sin dejar de
profesar un gran cariño a su padre, haya efectuado psicológicamente un
cambio de modelo paterno, colocándose bajo la autoridad moral de su
admirado maestro y mentor.